LAS AVENTURAS DEL TUTURURUTU

26.10.2012 21:06
LA DAMA DE ROJO
 
 
De Josue Castro * (fecha de publicacion junio del 2009)

Era media noche y, en la puerta de la discoteca“LOS BELKINGS”, apareció la figura presurosa de un hombre ataviado todo de negro. Llevaba sobrero y capa oscura que le daba un aspecto tétrico. 

–– ¡Hola Dante! ¡Oye, qué prisa! –– saludaron los guachimanes muy extrañados.
–– ¡Holas!–– se oyó en tono jadeante como única respuesta.
El hombre de unos 25 años, más menos, ingreso sin advertir a nadie más. La sala estaba llena. Dante examinaba cada uno de los ambientes, rincón por rincón, con un escrúpulo que espantaba. ¿A quien buscaba? Sólo él lo sabía.

–– ¿Te podemos ayudar, Dante?–– preguntando, se le acercaron dos chicas con solicitud resuelta. Sus cuerpos estaban escasamente cubiertos. La respuesta fue negativa.
 
Miraba inquisitivamente como buscando lo más preciado. Pensó que tal vez habría sido mal informado por sus “Agentes”. Todos bailaban. Las luces de colores en todas las direcciones vislumbraban la sala. Desilusionado, él, se acercó donde el Barman y le dijo:
–– Chino, lo de siempre y sin preguntas.

–– Esta bien, Dante, pero te veo mal, ¡ah! –– mas Dante movía la cabeza negativamente.
Estaba ya por la segunda botella. Muchas amigas se le habían acercado, mas él, las había despedido a todas. Su mirada estaba clavada en la multitud que no cesaba de bailar henchida de frenesí. De pronto, sin más, apareció ante sus ojos lo que él anhelaba ver. Allí, en el fondo, en medio de una caterva de hombres excitados, bailaba alucinada, una hermosa joven con las manos levantadas. Apenas la había conocido esa tarde y se sentía cautivado. Quiso ir a hablarle, pero los nervios lo traicionaron. Entonces:

–– Chino, una botella más.
––Tu mandas, Dante –– respondió bufonamente el barman.
Pasado el tiempo y tras varias Chelas, Dante se encontraba ya ebrio, entonces, le pareció escuchar un susurro en su cabeza.
–– ¡Anda, ve a hablarle!–– le sugería la voz.
–– ¿Qué? –– se preguntó Dante.
–– ¡Es ahora o nunca!–– insistía. Aquella voz, la de “Baco”, le aconsejaba una aventura. Dante, fortalecido al extremo, se puso sobre sus pies y caminó hacia la dama. Ella parecía un ángel, era perfecta. Vestía toda de rojo y en su mano una rosa. Todos la deseaban, mas nadie osaba tocarla, pues se desataría una disputa. Aquello más parecía una jauría. Ellos se conformaban sólo con mirarla. En eso, el hombre de negro, Dante, se acercó bailando al lado de la dama. “¡Es Dante!” El murmullo general. Todos lo conocían.

Ella tenía los ojos cerrados. Dante bailaba a su espalda y le susurro en el oído:
–– Eres la mujer más hermosa que haya visto jamás––. Ella sonreía, siempre los ojos cerrados dejándose llevar por la música.
––Me llamo Dante, tu es esclavo…–– estaba borracho.
––Mucho gusto, yo, Charo–– respondió la joven que era tomada por la cintura.
Entonces el hombre le hizo una propuesta que nadie sabe. Ella abrió los ojos. Sorprendida, quería conocer al dueño de la voz.
–– ¿Así…? –– respondió la joven mordiéndose los labios. Lo abrazó y simulaba un beso. Todos eran envidia y ebrios de celos observaban absortos.

La dama, con la siniestra, lo tomó por los genitales y lo jalaba a un extremo de la sala. Nadie advirtió aquello. De pronto: ¡punk! El hombre cayó al suelo y tras él la rosa.
–– ¡A mi nadie me habla así…!–– le increpo la joven y añadió una lisura: CM. ¡Todos sorprendidos! Nadie entendía nada, sólo callaban. La música cesó, y unos vasos parecían romperse a lo lejos. El hombre, confundido, se negaba a aceptar la escena y en su mente: “¿estoy soñando?” Todos lo miraban. La vergüenza lo invadió y, entonces, se paró como pudo y salió corriendo, despavorido, cual gallina asustada.

Definitivamente esa no era su noche. El hombre, azorado, corría por las calles perdido hasta que: ¡kikiriki! ¡kikiriki! Algún gallo madrugador. Entonces se detuvo y pudo acordarse de su misión. Corrió en dirección a la Plaza de Armas. Ingreso a la catedral y, al momento, salió rumbo al centro de la Plaza e intentaba subirse sobre la pileta, pero se caía. Después de varios intentos al fin lo consiguió y, al levantar la corneta, ¡he aquí!, su cuerpo se reducía y, al momento, quedó petrificado.

En efecto, era él, “El TUTURUTU”. Esa tarde, la dama de rojo, fue a la Plaza de Armas a sacarse unas fotosy lucía esplendida. Al verla el Tuturutu, quedó cautivado por su belleza. Llamó a sus Agentes y amigas desde siempre, las palomas, para que investiguen todo sobre la joven. Así se enteró que esa noche ella estaría en la discoteca “Los Belkings”.

Hace más de 270 años que el Tuturutu sigue esa rutina. Durante el día es informado por las palomas de todo lo que sucede en la ciudad; y en las noches, desde siempre, tiene que lidiar con malhechores, políticos, delincuentes y enemigos misteriosos íntimos; pero tiene un punto débil, mujeres. Todas las noches cuando el “reloj de la catedral” marca las doce, él cobra vida, saluda al Misti, y sale a vigilar su ciudad hasta el canto del gallo. Él es el alguacil de la ciudad. Es el engreído de propios y extraños que lo consideran un personaje inofensivo y hasta pintoresco, sin saber que en las noches es un “superhéroe”. Es el testigo activo de toda la historia arequipeña, y defiende la ciudad con justicia y verdad.