ECOGRAFÍA AL SISTEMA KAPITALISTA

16.08.2013 14:34

De Josue Castro Huarcaya *    Sociólogo y escritor

Tal vez ustedes hayan tenido la oportunidad de escuchar la expresión “izquierda caviar” o, peor aún, adjetivar a la militancia de Izquierda de “perros” (socialistas y comunistas). Siempre me llamó la atención, no sólo porque es una expresión despectiva, sino por la causa que habría dado origen a esta infausta calificación. Debía de haber alguna explicación, las cosas no suceden así por así, y cuando me enteré de los motivos, pude atar cabos sueltos y posteriormente expresarlo a mi manera:

 

LOS CACHORROS DEL SISTEMA (relato)

En algún secreto lugar de la tierra, existía una hermosa campiña de abundante forraje y agua, excelente clima y espeso en vegetales. Esta singular llanura estaba habitada por un apacible rebaño quienes disfrutaban de los favores de la pradera con mucha gratitud y responsabilidad. Estos excéntricos ovinos habían convertido del lugar en un espacio de comunión con la naturaleza, pues eran conscientes que dependían plenamente de aquel medio y debían de preservarla, de modo que se organizaban para aprovechar los recursos de manera ordenada, justa, racional y evitando contaminarla. Había alimento suficiente para todos, y nadie, absolutamente nadie, padecía de hambre.

Todo marchaba perfectamente, hasta que cierto día llegaron a la benigna explanada unos hombres exploradores que, ante la crisis económica, buscaban nuevas oportunidades de progreso, y al ver al indefenso redil se miraban unos a otros como quienes comprenden que sus días sombríos han terminado. Los hombres no podían evitar frotarse las manos sólo de imaginar la riqueza que representaría la incalculable fibra de las ovejas. Pero pronto una preocupación dominó a los exploradores: ¿Qué relación sostendrían con las ovejas? ¿Cómo harían para conseguir la lana de las ovejas sin levantar sospechas de su codicia? Se trataba de un recurso renovable y se debía proceder con mucha mesura. De tanto pensar, pronto surgieron opiniones al respecto, pero ninguna terminaba por convencer a las mayorías: sensibilizarlas para que cooperen voluntariamente, que se utilizara somníferos contra las ovejas para hurtar la fibra mientras estaban privadas, engañarlas con el cuento de que la lana provocaba la muerte, hacerles  creer que los hombres eran dioses y deseaban como tributo la lana, etc. Finalmente decidieron llamar a los especialistas para escuchar una opinión técnica. Ellos recomendaron sostener una relación cordial con las ovejas para conseguir su cooperación y obtener la fibra permanentemente, y en el proceso de acopio del preciado recurso implementarían algunas estrategias:

1) Sensibilizarlas y convencerlas de que la lana producía enfermedades y finalmente la muerte.

2) Apoderase de los recursos naturales (alimento) y canjearlo con la fibra.

3)  Infiltrarse entre las ovejas  para crear una falsa conciencia.

Los especialistas elaboraron la agenda y el discurso para administrarlo a las ovejas mediante charlas:

—Apreciados amigos, ustedes deben de saber que esas extensiones en sus cuerpos, llamada lana, es peligrosa y muy dañina, deben permitirnos que se las retiremos, sino podría ocasionarles la muerte.

— Pero eso no es posible, siempre hemos tenido nuestro traje y nunca nos ha pasado nada— refutaban las ovejas.

—Tal vez sea cierto, pero los tiempos cambian; además, con el calentamiento de la tierra es muy seguro que las afecte, deben permitirnos intervenir y ayudarlas.

— Pero cuál es el interés de ustedes, porque se preocupan por nosotros—dudaba el rebaño.

— No hay ningún interés sino sólo ayudarlas, pero si ustedes no quieren no podemos obligarlas; pero eso sí, no digan que no les avisamos.

— Gracias por su preocupación, pero no deseamos su ayuda— sentenciaron las ovejas muy resueltas.

Entonces los especialistas decidieron dar el segundo paso del plan que consistía en envenenar algunos trechos del forraje, de modo que cuando el rebaño salió a pastar, tal como era su costumbre, algunas se afectaron y otras murieron. Hubo gran llanto entre las ovejas y no faltaron los reproches contra los líderes por no haber aceptado la ayuda de los humanos:

— ¡Nuestras hermanas murieron a causa del calor de la lana!, ¡si hubiéramos escuchado las palabras de los humanos aún ellas estarían vivas! ¡Queremos el apoyo de los humanos! — exigían enardecidos los corderos.

Aquel mismo día las ovejas se acercaron al campamento de los humanos para implorar piedad y ayuda, convencidas que ellos se lo habían advertido y en su necedad los habían rechazado.

— Piedad, por favor, ustedes tenían razón y nosotras brutas no los hemos escuchado.

— No no no, ustedes en su momento rechazaron nuestro apoyo y lo mejor  será que cada quien por su camino. ¡Nosotros respetamos su decisión, respeten la nuestra!

— ¡Estamos arrepentidos! En un primer momento desconfiábamos porque no los conocíamos, pero ahora sabemos que ustedes son buenos y queremos su ayuda; ¡piedad por favor!, libérennos de este traje antes que todos muramos.

— Esta bien, han conmovido nuestro corazón y les vamos a hacer el favor, pero que no repita. Cada vez que les digamos para liberarlas de vuestro traje, ustedes deben de obedecernos, ¿lo prometen?

—¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!— aceptaron las ovejas.

Fue una barbarie. Las ovejas hacían interminables colas para que les cortaran la lana, plenamente convencidas que era dañino a su salud. Hubo muchas peleas entre ellas por conseguir ser esquiladas pronto. Los hombres por su parte realizaban la faena de su vida, mordiéndose los labios con cada ovillo de lana que quitaban de las ovejas. Estaban felices, pues ante su crisis económica, este nuevo recurso se convertiría en la nueva fortaleza de su sistema. Al final de la esquila lograron acopiar tal cantidad de lana que no se pudo contabilizar. Con los días, los ingresos de los hombres mejoraron y su sistema económico basado en la lana, se consolidó.

Al pasar los días, meses y años la relación cordial entre los hombres y las ovejas se fue deteriorando paulatinamente. Al principio por las reservas de fibra que tenían los hombres no presionaban a las ovejas; es más, al crecer su lana, las ovejas acudían a los humanos para que se los cortasen, y los hombres casi a regañadientes las pelaban. Pero pronto la fibra escaseo, y fue cuando los  hombres mostraron su verdadero perfil de codicia: obligaban a las ovejas a cortarse la lana antes de tiempo, llegando al extremo de rasurarlas, provocando un malestar generalizado entre las ovejas. Pronto las ovejas comprendieron que el verdadero interés de los humanos no era la salud de ellas, sino su fibra. Era tal la codicia de los hombres, que las ovejas se sentían utilizadas y humilladas.

Ante semejante abuso y opresión, las ovejas reflexionaron sobre su condición llegando a las siguientes conclusiones: todos sus males habían empezado desde que llegaron los humanos, que su pelaje no ocasionaba problemas a su salud y que habían sido engañados y utilizados, que los humanos estaban dispuestos a todo por conseguir su pelaje. Tras la toma de conciencia, decidieron no entregar ni un gramo más de su pelaje a los humanos y luchar por sus intereses hasta conseguir su libertad. Cuando los humanos se enteraron de esta asonada, vieron peligrar sus intereses; algunos reflexionaban sobre que se les había pasado la mano; otros ensimismados, consideraban al redil como objeto de riqueza y planteaban la aplicación de la segunda estrategia. Ante la protesta del rebaño, fueron innumerables las mesas de dialogo que se establecieron, pero las ovejas ya estaban resueltas.

— Pero, benignas ovejitas, no sean rencorosas, sentemos a dialogar.

— ¡Nooooo! Ustedes no son buenos y nos quieren engañar, pero sepan bien, no les vamos a dar nada de nuestro pelaje.

—Esta bien esta bien, reconocemos que hemos exagerado, pero tengan en cuenta que lo hacíamos por su bien, su pelaje les causaba daño.

— ¡Eso es mentira! Sabemos bien que ustedes sólo quieren nuestro pelaje y nos negamos a entregárselos.

Así de contundentes eran los representantes de las ovejas.

Pasaron los días, las semanas, los meses, y la carencia de fibra agudizaba la crisis económica de los humanos desestabilizando su sistema social.  Los hombres estaban realmente preocupados, pues eran conscientes que cualquier intento de negociación con el rebaño fracasaría, que no existía forma de persuadir a las ovejas para que colaboren.

Los dueños del sistema tomaron la decisión de llamar nuevamente a los especialistas para que apliquen la siguiente estrategia, que consistía en presentar a las ovejas los títulos de propiedad de las tierras, los vegetales, el agua, el aire de toda esa región, documentos en los que figuraba que las ovejas ocupaban su propiedad. Con estas pruebas las ovejas no tendrían más salida que negociar. El plan estaba claro y lo aplicaron:

— Apreciadas ovejitas no nos tomen por malos, pero tenemos que decirles la verdad. Estas tierras que ustedes ocupan son de nuestra propiedad, mirad los documentos.

—Pero cómo, si nosotras siempre hemos ocupado estas praderas desde los padres de nuestros padres.

—No es que dudemos de sus palabras sensibles ovejitas, pero mejor muéstrennos los documentos.

— ¿Los documentos? — se preguntaron los ovinos muy extrañados.

— Sí, afables ovejitas, los documentos, papelito manda.

— No tenemos los documentos de propiedad, pero es nuestra tierra.

—Si no pueden demostrar que es suya, entonces tendrán que desalojar porque nosotros si tenemos los documentos de propiedad.

En esos términos, los representantes de los hombres abandonaron la asamblea dejando en las ovejas la angustia de saber que el lugar que habían considerado su hogar era ajeno, que eran vulgares usurpadoras y que debían de marcharse. En ese momento los principales líderes plantearon la idea de salir, pero el rebaño se resistía. Se habían acostumbrado tanto al lugar que no aceptaban la idea de abandonarlo.

— Adónde vamos a ir si no conocemos otro lugar; además, somos demasiadas, miles de miles.

— Entonces qué hacemos, los humanos no nos dejaran quedarnos en este lugar— se sinceraban los representantes.

— Tiene que haber alguna salida, pero no queremos marcharnos.

— Hermanas, tenemos que tomar una decisión, comprendan que ya no podemos quedarnos aquí— sentenciaban los jefes.

— Nooooo, nos quedaremos. Los humanos lo que quieren es nuestro pelaje, verdad? Entonces negociaremos. Les propondremos canjear nuestro pelaje por comida, agua y casa.

Y fue la conclusión final de la asamblea ovina.

Todo resultaba exactamente como lo habían planificado los hombres: la propuesta de solución había sido formulada por las mismas ovejas y con las nuevas transacciones el sistema económico de los hombres nuevamente se fortaleció. Al inicio del intercambio comercial todo parecía correcto y trasparente, pero pronto se manifestó la astucia del hombre: exigían más de lo que daban, engañaban en las cantidades, cortaban el pelaje de las ovejas hasta casi rasurarlas y cometían infinidad de abusos contra las desabrigadas ovejas. Con el trascurrir de los años las ovejas se cansaron de las injusticias y empezaron a asumir conciencia sobre su malestar. Sabían que estaban a merced de los hombres y que estos los controlaban con el alimento, pero lo más grave era que su libertad estaba en peligro.

Entonces comenzaron los reclamos que luego se convirtieron en protestas, las mismas que con el tiempo se tornaron más violentas. La consigna era bien clara: soberanía alimentaria. Al no ser escuchadas, las ovejas decidieron radicalizar su protesta y nuevamente cortaron el suministro de lana. Esta medida fue interpretada por los humanos de la peor manera, quienes respondieron con dura represión aduciendo que las ovejas incumplían los acuerdos.

— ¡Vamos compañeras, a la lucha hasta la victoria!— combatía el rebaño.

— ¡Envíen más refuerzos allá, impongan el orden!— dictaban los hombres para controlar el caos.

— ¡Ahora o nunca hermanos, a luchar por la conquista de nuestra libertad!— se infundían aliento las ovejas.

— ¡Aplasten la protesta a cualquier precio!— fue la orden final a las huestes represoras de los hombres.

Las consecuencias del conflicto fue una vergüenza: cientos de ovejas asesinadas. Ante esta masacre las ovejas comprendieron que ya no podían negociar con los humanos, que tenían que marcharse del lugar para siempre. La población ovina era extremadamente numerosa, por lo que tuvieron que organizarse por brigadas de miles y cientos, a fin de sobrellevar las necesidades propias de un viaje de esta envergadura.

Cuando los hombres vieron que las ovejas partían con sus caravanas, sintieron gran pesar por sus excesos, pues jamás calcularon que su crueldad desencadenaría este resultado, y veían incrédulos como el sustento de su economía kapitalista se les iba de las manos. Los sociólogos plantearon la idea de evitar que las ovejas se marcharan, de renegociar y atender todos sus reclamos: darles un trato ovino, asegurar su seguridad alimentaria, darles mayor libertad, ofrecerles regalías,  pagarles el canon de la lana, etc.; pero el orgullo y la necedad de las mayorías se impuso. Las ovejas, por su parte, decidieron cortar todo vínculo con los humanos, pues estaban convencidas que esta especie era bárbara por naturaleza y que era un error mantener alguna relación con ellos. Así continuaron el gran viaje en búsqueda de otro territorio que estuviera fuera del alcance y los dominios humanos. En este éxodo, la naturaleza los ayudo al proveerles de alimentos y agua, y después de años de viaje,  cuando al fin se sintieron fuera del alcance de los humanos, decidieron ocupar una gran llanura cubierta de abundante alimento y agua.  Entonces  hubo gran alegría en el rebaño y comprendieron que sus miedos y prejuicios les habían robado la oportunidad durante muchos años de mejorar su situación.

En la sociedad humana los ánimos eran otros; estaban preocupados por la crisis económica y no tenían forma de remediarlo. Entonces nuevamente llamaron a consulta a los especialistas quienes emitieron una opinión técnica  contundente: 

— Tenemos que aplicar la tercera estrategia que permitirá someter a las ovejas a nuestros intereses para siempre— aseguraron los especialistas.

— Cuál es, ¡dígannos de una vez para poner fin a esta angustia, se los suplicamos!— solicitaban los dueños del sistema.

— La solución es fácil, económica y muy sostenible.

— ¡Pero hablen por amor a Dios y acaben con esta cruel incertidumbre, por favor!— suplicaban los humanos.

— En primer lugar hay que crear una idea, señores, un pensamiento que tenga la capacidad de generar una “falsa conciencia” en las ovejas— explicaban los especialistas.

— Cómo así, no entendemos nada, sean más explícitos por favor—exigían los dueños del mundo.

— Es muy sencillo señores, hay que controlar a las ovejas ideológicamente para someterlos económicamente.

— Insistimos, ¿cómo?— inquirían los pro sistema.

 — En segundo lugar, deben buscar la forma de infiltrarse en el rebaño—postularon los técnicos.

—¿Infiltrarnos?, pero qué solución es esa, seguimos sin entender nada— protestaban los individuos.

— Ah, no es tan difícil. Deben enviar sujetos de absoluta confianza y de fidelidad comprobada para que consigan orientar el pensamiento de las ovejas de acuerdo a nuestros intereses, ¿cómo?, vosotros habéis escuchado la expresión “lobo vestido de oveja”, ¿verdad?

— Sí, pero ¿Acaso proponen que contratemos lobos para disfrazarlos de ovejas y hagan el trabajo de ideologización? ¡Qué tontería es eso!— se indignaron algunos.

—¡No no noooo!, ¿Acaso se puede confiar en los “lobos”? ¿Haber, cuál es el mejor amigo del hombre y su fidelidad es a prueba de fuego?

— ¡Los perros, los perros son más fieles que las mujeres!— se oyeron respuestas  instintivas.

— Eso es, veo que nos vamos entendiendo. Envíen “perros vestidos de ovejas” para que hagan el trabajo por nosotros; ellos serán los operadores del sistema y se encargaran de crear una “falsa conciencia” en las ovejas quienes serán ganado a los que podremos manipular a nuestro antojo y nos entregaran toda su lana casi gratuitamente.

— Estupendo el plan señores técnicos, sin embargo hay algunos detalles que no quedan claro, por ejemplo los temas de la ideología a usar, en qué consiste la “falsa conciencia” y qué nos garantiza que los perros vayan a cooperar…— observaron algunos muy sabiamente.

— Excelente observación, a continuación vamos a puntualizar estos aspectos:

1.- Sobre la ideología.- estará basado en el materialismo y en la dialéctica de  la filosofía griega. Actualmente algunos de nosotros ya han desarrollado teorías sobre la coyuntura socioeconómica, así, un tal Feuerbach y  Carlos Marx han estado trabajando en estos propósitos. El resultado de estas reflexiones lo llamamos “marxismo” y consiste en dos aspectos fundamentales:  el Materialismo Histórico que es una teoría que explica el origen de la estructura social y la cultura sobre una base material, y el Materialismo Dialectico que consiste en la explicación sobre la evolución del pensamiento y de las cosas, donde se plantearan que la “lucha de clases” ha permitido la sucesión de sociedades de inferiores a superiores y que finalmente desencadenaran la gran revolución social, donde haremos creer a las ovejas que ellas serán las protagonistas.

2.- La falsa conciencia.- consistirá en engañar a las ovejas con la idea de conciencia de clase, de organización para lucha y un programa de acción para la conquista del poder. Sobre esto último será un anhelo ovino que jamás llegará, ya que nuestro plan ha sido diseñado para sostener negociaciones permanentes con las ovejas: nosotros les damos comida y ellos nos entregan su lana. Queremos enfatizar que esto no representa ningún peligro, ya que “los perros”, nuestros operadores, serán los que lo controlaran todo. Ellos liderarán a las ovejas, engañándoles que luchan por sus intereses y derechos, pero al final trabajan para nosotros y negociaremos con ellos a través de las mesas de dialogo o mesas del engaño. Como se podrán dar cuenta, es una enorme responsabilidad para nuestros “cachorros”.

 3.- La fidelidad de los perros.- los perros jamás nos traicionaran puesto que son perros. Ellos se conformaran con las migajas que caigan bajo nuestras mesas y no nos morderán la mano cuando les demos los huesos, eso ténganlo por seguro. Además estos perros serán amaestrados con un pensamiento y definiremos sus intereses, que modo que sean nuestros aliados incondicionales. Insistimos, ellos orientaran a las ovejas y las conducirán directo al matadero, haciéndoles creer que las defienden, pero en realidad las utilizaran para ganarse el pan. Los perros dominaran la ideología marxista y lideraran el movimiento de “Izquierda” que se  contrapondrá a los intereses de nuestro movimiento que llamaremos “Derecha”, y así, hombres  y perros haremos un equipo que permitirá que el sistema kapitalista se extienda por los siglos de los siglos.

Cuando los especialistas terminaron su exposición, el auditorio rompió en aplausos y algarabía; estaban felices de que finalmente hubiera un plan contundente para someter a las ovejas y conseguir la fibra perpetuamente. Sin embargo surgieron algunas preguntas de los dueños del sistema:

— Felicitaciones lucidos técnicos, si nos podrían explicar un poco más sobre ¿cómo funcionará este trinomio hombres-perros-ovejas?

— Sí, por su puesto, con el mayor de los gustos. Como explicábamos, las ovejas serán las que nos proporciones la lana que será el sustento de nuestra economía. El sistema kapitalista tendrá dos brazos: el izquierdo que lo conformará la facción de las ovejas liderados y pasteados por nuestros perros quienes venderán ilusiones a través de la ideología “marxista” o de falsa conciencia, y el brazo derecho que será invisible y expresará los intereses humanos. De modo que para que funcione el sistema kapitalista es necesario que ambos brazos se articulen, coordinen y complementen; es un sistema, señores— explicaban los especialistas y continuaron—: Un punto fundamental en todo este plan es que las reivindicaciones de las ovejas son necesarias para liberar las tensiones, de modo que la revolución ovina (social) no llegue jamás; además, les daremos interminables derechos  y los haremos participar de nuestra democracia a través de la política y creerán que están próximos al poder, pero jamás lo conseguirán, y no lo conseguirán porque nuestros “cachorros” harán su trabajo.

se hizo un gran silencio en la sala y continúo la alocución:

— A los perros, o cachorros del sistema, debemos considerarlos mucho, ya que de no hacerlo, buscaran sorprendernos dándole al “movimiento de Izquierda” diferentes intensidades de confrontación e irán desde moderadas hasta otras  más radicales, pero al final nuestros cachorros lo único que buscarán es llamar la atención: saldrán a hacer bulla, ladrando y movilizando al ganado, y en cuanto se les reparta las migajas quedaran felices y no nos traicionaran porque son perros, son fieles.

Estos fundamentos eran contundentes y muy convincentes, por lo que no hubo objeción alguna y fueron aprobadas por unanimidad. Los hombres se felicitaban entre ellos porque sabían que su sistema egoísta y de injusticia no tenía fecha de vencimiento, y así, los dueños del sistema dieron la orden: “EJECUTEN EL PLAN”, y así fue.

En otra región del planeta y al alcance de los hombres, las ovejas comían, bebían y jugaban felices, ignorando por completo las maquinaciones humanas y plenamente convencidas que habían alcanzado el paraíso prometido; pero los perros ya los acechaban y ya estaban confundidos entre ellos.